Apenas va naciendo el sol, al ras de la montaña,
y mientras los riachuelos perezosos despiertan,
mojando a las revoltosas mariposas...
Ya te extraño.
Al escuchar los susurros del jilguero y el vuelo
de palomas saliendo del palomar en busca
del trigal, para a sus críos alimentar...
Ya te extraño.
Al son de las campanas y el tic-tac del reloj,
que marcan las seis de la mañana en el viejo campanario
de tejas caídas y carcomidas puertas por la polilla...
Ya te extraño.
Extraño la sombra de tus brazos, bajo los verdes
árboles, tu seductora voz que con ternura va
meciendo mi soñar, nuestras miradas
suspendidas en la inmensidad...
Extraño la miel de tu besar.
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La sutil caricia de tu mano entre sedas blancas,
la rosa de fina fragancia, recostada y adormecida
sobre mi almohada, en el umbral del amanecer...
Cuanto te extraño.
Extraño el latir de tu corazón, que al ritmo
con el mío entonan una bella canción,
cuando se dicen que se aman con fervor...
Te extraño mi amor.
Así te extraño, mi anhelo unido al tuyo, así te amo,
en cada minuto del día, en cada segundo de las horas
que no te veo, en el lento caminar del tiempo,
en cada sonrisa tuya, que no siento...
Así te extraño, vida mía.
Autor: Karla G. |