Llanto amargo de olvido
De nuevo me sorprendo refugiándome en tu recuerdo.
Lágrima a lágrima, he creado un caudaloso río
que, en mi desesperación, me arrastra de nuevo hasta ti.
Te deslizas con sigilo entre las arenas de mis sueños
moviéndote con la brisa, agazapándote tras cada duna,
saliéndome al encuentro como un animal hambriento.
Cuando me descubran semienterrada por las basuras del pasado,
encerrada en un cuarto sin ventana ni balcón.
Entonces querrán venir a sacarme a la cegadora luz.
Y todos me llamarán artista. De hecho, a sus ojos, lo seré.

En extraña letanía se ha convertido ese nombre
que grabó con esmero en cada aguda esquina
del enrevesado laberinto que es hoy mi alma atormentada.
Ese nombre que chillo hasta quedarme sin aire
al borde de los acantilados de los olvidos casuales
y que las olas me devuelven, en forma de eco. Cruel burla…
Cuando me descubran maniatada, abrumada por el dolor,
semidesnuda en el hediondo lecho de la autocompasión,
entonces querrán verme sonreír y llorar de alegría
pero ya no podré, y sólo entonces seré una artista.
¿Qué mujer no ha creído volverse loca por un hombre alguna vez?
¿Quién no ha prometido al aire convertirse en algo mejor, cambiar por aquel que desea de nuevo a su lado?
¿Quién no ha llorado para que el viento susurrara esas palabras desesperadas al oído del ser amado?
© Autor: Alba Vallejo