DONDE CAE EL SOL
Carta a Mi Gran Amor
Querido mío hoy quiero contarte la alegría que embarga mi vida, las sonrisas que de mis labios se han apoderado y los latidos de
este corazón que es muy tuyo, vida mía que sientas mi amor
tan cerca de ti como cuando mis caricias te di esa hermosa tarde cuando tu cuerpo enredado al mío a la gloria me hizo llegar,
eres ese amor de siempre, ese que la vida me dio para saber
que existo que aún tengo vida y que puedo ser feliz vivido por ti,
Y para ti aun sin tiempo sin razones vivir solo por ti.
Tus besos tus caricias por siempre las guardare para que la ausencia
no me destruya, vida mía no quiero morir sin sentir la vida de nuevo
en mis brazos florecer, aunque haya muchos días que me siento
desfallecer tengo en mi regazo a mis queridos ángeles que me tienden
sus hermosa manos, por ellos yo soy fuerte y tú lo sabes vida mía
que mi lucha a sido grande y constante y sé que todo tiene una razón
de ser es por eso que hace mucho que aceptó mi destino vivido de
lo hermoso que me rodea disfrutando a cada instante la vida.
Pido a Dios y a la vida que siempre te bendigan y que tu hermosa
vida siempre este llena de alegrías que los tuyos siempre tengan
grandes cosas y hermosas y que tú por siempre seas feliz aún en los
desencuentros de esta vida porque la vida es hermosa aún en esos
días cuando el sol se oculta tras la tormenta recuerda vida mía que después de ella siempre saldrá un sol radiante, yo siempre
estaré donde el sol cae cada tarde en la espera de tu dulce mirada.
Hoy al terminar estas líneas no hay lágrimas que llorar y nada que
lamentar solo doy gracias a Dios por haberme dado esta gran felicidad
de poderte amar y de poderte entregar este amor que por siempre
tuyo será, déjame darte junto con mis letras, mi amor, esta promesa
de siempre estar, aunque tus ojos no me puedan mirar sabes que mi
alma y mis pensamientos por siempre te acompañarán porque
este amor siempre será tu amor hasta el final porque ni la misma
muerte de mi corazón jamás lo podrá borrar.
Te amo y siempre te amaré,
por siempre tuya.
©
Autor: Verónica Nicté Ramos